Sacar el plástico de nuestras vidas: el tratado fallido

Autor
SEMARNAT
- En la pasada reunión en la sede de Naciones Unidas en Ginebra, decenas de países intentaron cambiar el rumbo de nuestro futuro y acordar un tratado que reflejara un compromiso
Un siglo después de la aparición del plástico, hay plena claridad sobre los daños que causa a nuestra salud y a los ecosistemas. Y, no deberíamos ignorarlos.
En la pasada reunión en la sede de Naciones Unidas en Ginebra, decenas de países intentaron cambiar el rumbo de nuestro futuro y acordar un tratado que reflejara un compromiso con la salud de la humanidad y los ecosistemas. Un tratado que contuviera la producción desmedida de plástico, que permitiera reaprovechar las miles de toneladas que ya existen en el planeta y eliminar las sustancias tóxicas empleadas en su producción para dar flexibilidad, color u otras características. No lo logramos. Lamentablemente se perdió el consenso que iba creciendo, entre el boicot de los países ricos productores de plásticos y la tibieza que mostraron otros.
Hace 50 años, la humanidad tuvo los primeros resultados sobre los efectos en la salud que provocan los plásticos; tampoco se actuó para aprovechar las bondades del material, pero sin excesos y con un control de lo que ya constituía evidencia que provocaban los aditivos que se usan.
Nuestra responsabilidad es no volver a ignorar el daño. Necesitamos encontrar una solución responsable que permita seguir disfrutando de mares limpios, llenos de vida y no de plástico.
Las estadísticas no mienten, en 50 años habrá más plástico que peces en el océano. ¿Lo imaginan?
Los primeros plásticos creados, aún permanecen en nuestro planeta. Algunos aún se descomponen en microplásticos y llevan años liberando sustancias químicas tóxicas. Plásticos elaborados desde el siglo XX siguen contaminando nuestros suelos, ríos, mares y océanos.
En aquella época un químico belga inventó un material muy parecido a los plásticos duros que conocemos hoy, era resistente al calor y lo llamaron baquelita.
El plástico evolucionó a partir de un material creado por un químico belga en la primera mitad del siglo XX. Su versatilidad y ligereza conquistó al mundo. Se usó primero para crear artículos de larga duración de consistencia dura. Después, los aditivos agregaron flexibilidad, maleabilidad y color.
En los 60 se creó la primera bolsa de plástico y el resto es historia, una, por cierto, nada amable: el planeta y con él nosotros comenzamos a, literalmente, ahogarnos en plástico.
En la actualidad, más de 8 millones de toneladas de plástico llegan o se arrojan a los océanos cada año, y con ello la muerte segura de millones de organismos marinos.
Hace tres décadas, Charles Moore navegaba rumbo a Santa Bárbara, California, y se encontró con la gigantesca isla de plásticos del Pacífico Norte, una de las cinco más conocidas de los océanos.
Hoy sabemos también que, a la semana, una persona consume cinco gramos de plástico y que existen docenas de padecimientos asociados a la ingesta de microplásticos y sus aditivos, desde cáncer infantil, hasta infertilidad y enfermedades pulmonares. ¿Cuánto más seguiremos esperando para que la salud humana y de los ecosistemas sea más importante que el dinero?
POR MARINA ROBLES GARCÍA
@mroblesg
Subsecretaria de Biodiversidad y Restauración Ambiental, de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del Gobierno de México
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