Para restaurar el Manglito, primero nos restauramos a nosotros mismos

Autor
Fanny
En la Ensenada de La Paz, Baja California Sur, se encuentra El Manglito, el hogar de Uber, un pescador que por amor a su comunidad se organizó con otros pescadores para frenar la sobrepesca y se convirtieron en restauradores ambientales.
“Primeramente hay que restaurarnos a nosotros, la restauración empieza por uno. Y no porque te va a conectar con la cabeza, con el corazón, primero lo tienes que creer y lo tienes que sentir en lo más profundo, llevarlo al corazón y conectarlo con el cerebro para poder hacer las cosas claras y hacerlo con ganas de transformar a nuestra comunidad. Lo que nosotros comenzamos a construir honestamente no fue un proyecto, es una historia viva de una comunidad que no sólo está restaurando el ecosistema, sino su relación con él. Nos tuvimos que restaurar nosotros, no el ecosistema directamente, eso la verdad nos transformó la vida, nuestra manera de ver, de pensar y de actuar”, asegura Uber Méndez.
Él, junto con otros pescadores de El Manglito, emprendieron un programa de repoblamiento y conservación de los bancos de callo de hacha y almeja catarina, especie que predominaba en esta zona y que poco a poco se fue acabando debido a la sobrepesca y por huracanes.
“Aquí, en la Ensenada de La Paz era un paraíso, me decía mi padre. Yo ya no encontré ese paraíso que mi papá me decía. Se perdió, lo fuimos perdiendo por fenómenos naturales o por sobre explotaciones, por el mal cuidado que le dimos. La verdad fue una tristeza para nosotros todo eso, pero para poder recuperar todo eso tuvimos que tocar fondo. Las primeras acciones que hicimos nosotros para comenzar a recuperar tanto nuestra Ensenada fue tomar un acuerdo de no pescar, pero primeramente la limpiamos”, recuerda.
A bordo de su lancha, Uber platica cómo se prepararon y pusieron en práctica proyectos de acuacultura para la restauración, esto les ha permitido recuperar y aumentar la producción. Hoy sacan lo necesario y dejan vida para el mar.
“Limpiamos la zona de manglar, limpiamos la zona de fondo marino, somos la única organización que hacemos la limpieza de fondo marino, la organización de pescadores rescatando La Ensenada. Mi oficina era una banqueta, por decirlo de una manera, donde planteábamos y nos organizábamos para salir a pescar”, afirma.
Uber reconoce que ahora, al ver un mangle le tiene respeto, al igual que al entrar al mar porque sabe que éste les ha dado todo en la vida y lo menos que pueden hacer por este cuerpo de agua es devolverle vida, y lo hacen a través del cultivo de callos de hacha.
“No supimos valorar lo mucho y lo bonito que estaba. La vida te cambia cuando te vas restaurando, cuando te vas fortaleciendo. El ecosistema y la zona donde están no se trata desde el fondo de las comunidades, sino desde el corazón de la comunidad, que son los que mejor conocen sus áreas. Pero para ello lo tienen que creer, lo tienen que sentir que sí se puede”, expresa.
Hoy la comunidad de El Manglito tiene claro que deben buscar un equilibrio en el ecosistema. Esperan que su caso sea tomado como ejemplo para evitar que otras comunidades de pescadores toquen fondo y, a quienes ya tocaron fondo, hoy les demuestran que sí es posible retroceder el daño causado y regenerar los ecosistemas.
“Eso es la restauración, la comunitaria que se va a reflejar en el mar, en el ecosistema. Vivir la experiencia de sacar un callo de hacha, vivir la experiencia de tener el mar bonito, los manglares, de eso se trata la vida, de disfrutarlo y disfrutarlo para los demás. Queremos que siga habiendo callos de hacha, que siga habiendo mangles bonitos, que siga habiendo aves, como lo pudimos observar, que se estaban anidando. Eso es restaurarnos y eso es para favorecer a un ecosistema”, manifiesta.
De acuerdo con Uber Enrique Méndez Camacho, hace años La Ensenada era muy productiva, pero el mal manejo y la sobrepesca provocaron que se agotaran esos recursos. Reconocerlo les permitió entender que era necesario actual y ahora tiene la certeza de que "si nos comenzamos a organizar, podemos hacer cosas maravillosas”.
A Uber, así como a sus compañeros de El Manguito, la vida les cambió por completo y, junto a sus familias, ya pueden seguir disfrutando de los recursos naturales que les brinda su comunidad: “Ahorita tener estos frutos que estamos teniendo, una pesca de callo, acuacultura, un turismo y una Ensenada bella y hermosa como la que tenemos, es debido a la restauración. Y todo este cambio que generó en mí, se reflejó en mi hogar, se reflejó en mi comunidad y se reflejó en el ecosistema. Yo era muy difícil de mostrar mis sentimientos, decirle simplemente a mi hija que la quiero, abrazarla, besarla, porque éramos hombres machos. Y ahora, si no se lo digo todos los días, como que ya no me siento a gusto. Fue un cambio muy favorable”.